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Creí saber exactamente cuál era mi problema…

Jose

La primera vez que me senté delante de Sònia, creí saber exactamente cuál era mi problema. Incluso cuando me preguntó el motivo de mi visita, lo recité en voz alta como había hecho tantas veces en la intimidad.

Pero no había “un problema”. En mi caso era una ausencia de mecanismos y herramientas para afrontar el colapso emocional por el que estaba pasando. Y ahí empezó el verdadero viaje.

A lo largo de todo mi proceso terapéutico, he aprendido muchas cosas con ella; una de las primeras y más importantes fue a pedir ayuda sin sentirlo como un fracaso, como una debilidad.

Me enseñó a identificar mis miedos, mis ansiedades, mi resentimiento…aprendí a escuchar mi propia historia e integrarla en mí. Aprendí a aceptar que hay cosas que son como son, y que el único momento en el que uno puede vivir, es en el presente. Que las cosas que fuimos nos definen, pero no nos esclavizan. Y que el futuro es nuestro para vivirlo.

Me acompañó en un proceso que en muchos momentos fue doloroso, difícil y agotador. Pero que mereció (y merece) todos y cada uno de los momentos invertidos en él. Es cierto que el éxito de la terapia depende del paciente, pero encontrar un terapeuta con el que conectar y crecer, no siempre es fácil.

Dejando de lado mi proceso personal, sobre Sonia como terapeuta solo puedo decir cosas positivas. El trato es cercano, atento y amable, cosa que facilita mucho las cosas. No resulta fácil abrirse cuando uno tiene la sensación de ser un coche en un taller mecánico esperando a que lo arreglen.

Sabe hacerte sentir cómodo y que esos momentos de terapia sean tu lugar seguro. Mirando en retrospectiva, solo lamento no haber acudido antes.

Si estás leyendo estas líneas, espero que ayuden a decidirte. La vida resulta mucho más agradable sin tanto peso con el que cargar, y con eso, Sònia seguro que puede echarte una mano.

Un abrazo

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